viernes, 26 de octubre de 2007

Una búsqueda más...







Espera

Entre transparencias, una mesa larga que congrega,
Rociadas de vino las gargantas entrecruzan notas
Y varias Guitarras, en una hoja etérea, se dibujan
Para enlazar corazones más allá de las palabras.
La milonga que entonaba la abuela se hace presente
Pues en la caja de música, para siempre, quedó grabada.
Y todos se hacen aves: hay un zorzal, y calandrias y gorriones
Cantan en la siesta con pases de magia
Para hacer que la mesa y el vino
Sean camino y ribera , incontables huellas en la arena
Que se cortan en una canoa, donde estás durmiendo
Contador de historias, poeta guitarrero
Hermano del agua, amigo del árbol.
Cuando tengas ganas de volver al vino
Allí está la mesa larga,
Cuando quieras de nuevo, volar la siesta
Volvé cantando como la chicharra.
Entre transparencias, las notas se agigantan
Y se van sumando más y más guitarras
Todas te aguardan.
Mientras: que te meza el río
Que en la milonga te acune la abuela
que duermas tranquilo
para que tu cuerpo recupere fuerzas
total todos saben que seguís soñando
no valen entonces –ninguna- las penas.

jueves, 18 de octubre de 2007

El desconocido




Golpeó paredes de la casa
trizó los vidrios del auto
lanzó al suelo la comida
estrelló el agua del vaso
pateó a la madre
golpeó a la abuela.
Luego volvió a encerrarse
para buscar las luces
que a veces se oscurecen.
Y la piel se desgarra
y el cabello se cae
y se arruga la frente.

Todos, olvidar prometen
mañana es más importante.
La luna empieza a dormirse.

Mas… todos lloran sangre.

lunes, 1 de octubre de 2007

De búsquedas...Sin pies





Sin pies

La figura avanza a lo largo de un camino;
su andar no es parejo, su marcha no admite pautas.
Presurosa en el asfalto, tamborilean los tacos;
en la tierra, se olvida de los zapatos
y adhiere a sus plantas el polvo y el barro;
en la húmeda arena del paraíso ribereño se hunde con denuedo
para untarse los dedos y llenarse los poros de semillas orilleras;
y cuando llega al agua y el líquido tornasol de marrón y de cielo
le llega a las rodillas… los pies desaparecen, no son materia.
Y la figura sin pies, se olvida del asfalto y de la rutina;
se echa en la corriente, se empapa de agua dulce,
se acuesta, se tiende sin peso sobre el lienzo
y sólo flota, con los ojos tan lejanos
que además de ser el río, parte hacia el cielo
y vuela, la otra parte de su alma.