lunes, 24 de noviembre de 2008

Acecho (fragmento)

Es la sensación persistente del acecho.
Inacabable pasión, inminencia de muerte en pases de espíritus cada vez más cercanos que
se van enquistando en un mundo de delirios y desquicios tantas veces salvadores de repetidas desesperaciones.
En ese acecho, la instintiva actitud de huir hacia mundos de soledades y anonimatos, de multitudes y de estridencias, siguiendo la flecha de una ruta marcada pero sin destino...

sábado, 22 de noviembre de 2008

Reinado





Teyú recorre su territorio de imperante sol. De pronto, huele sudores de hombres y se planta, colosal, ante sus sombras. ¡Y los detiene! Cunde un silencio fugaz y sin tiempo. Se sella un tácito acuerdo.
Más seguro y cauteloso que nunca, gira en todo su cuerpo. Una cola majestuosa se arrastra enérgica y levanta polvareda a su paso.
Ojos alucinados lo ven perderse en el laberinto de senderillos trazados con precisión natural.
A partir del encuentro, las sombras se desplazan con sigilo. La advertencia está hecha.
Teyú les deja en la entrada del cementerio, una señal gigante que emerge de la Tierra para que quede claro –por si acaso- que en su dominio, él impone las reglas.

Las sombras no pisan el suelo, su composición fosilífera y ese animismo latente casi inadvertido, le otorgan carácter inviolable. Recorren, observan, palpan, admiran, guardan la imagen, incorporan códigos sagrados…
…para luego, de cara al sol –que Teyú les presta- reconocer que ALLÍ son sólo caminantes, extraños visitantes.
Se relajan. Encuentran en el camino de vuelta, a Primavera, en una flor amarilla que Teyú guardián les obsequia. Entendieron la consigna milenaria: Custodio originario de las tumbas, Teyú es Rey cuando la Siesta reina.