sábado, 11 de agosto de 2007


La misión de Mateo

Es la siesta en la Bella
en que las almas perdidas
pasean por la orilla
pues saben que ese manar
trae los soles perdidos
y existe entonces la chance
de poder recobrarlos.
Tan extraño el frío de julio,
tan fuerte el rugir del río
¿qué intentará decir –con tanto grito-
a estas monotonías
que en la rivera caminan?
¿Que vuelvan a despertar y emprendan de nuevo el vuelo?
¿Que olviden por un momento el castigo inmerecido?
El río siguió rugiendo,
danzando tan ferozmente que de entre la espuma blanca
surgió la cara de un niño
que sonreía a bocanadas
y que no tenia frío.
Caminó junto a las almas
y sin llegar a tocarlas,
les dio sólo ternuras.
Cuando trepó a la canoa y tomó el remo
su figura fue una estampa
que ilustró con precisión el momento
Devolvió a las almas grises
aquello que adolecían
Tan simple, tan humano:
De los ojos, aun por unos instantes,
se desprendió la dicha
para encontrar con ella, LA CALMA.

1 comentario:

Aldi.- dijo...

Que lindo!!! me encantó esa letra!!