jueves, 23 de octubre de 2008

Otra vez

Negro



Hierve la leche sobre el anafe. Contiene sustancias de crecimiento, vitaminas de intelecto; es jugo de madres.
Se derrama. Miles de niños hambrientos esperan.
Ojos ciegos sólo ven el poder del fuego –no el de la leche-. Y atizan, y atizan, ¡ y atizan!
La espuma nutriente va desapareciendo, se achica hasta que sólo queda de ella, una cáscara resquebrajada en un fondo negro, irremediablemente quemado.
Tan blanca la leche, tan vigoroso el fuego, tan resistente el recipiente, tan sólido el anafe…
Perverso destructivo, el atizador. Faltas, ausencias, carencias, negaciones, falencias, simulacros…

Tan ávidas las párvulas entrañas.
Duele la panza, Sí, pero…
Hiere sin retorno, la repetida circunstancia de poquedad en los sesos.

Tanta leche blanca y sin embargo: otra vez las cáscaras.
Y nada.

2 comentarios:

Nancy Mansur dijo...

Perdón por entrar. En esta madrugada estoy especialmente melancólica, extrañando a mi hijo adorado que está del otro lado del océano, que no la está pasando muy bien....Y yo acá tan lejos, sin poder darle un abrazo, sin poder hacer mías sus penas ni consolar su llanto como cuando era un niño, me he puesto a remar por los bloggs, y encontré éste que me ha agustado mucho, tiene alma. Hermoso. Te invito a pasar por el mío.

mariamar dijo...

Hola amiga, es hermoso tu relato, bellsimo
Un beso