
Antes de echarse a dormir en el lecho rojo del horizonte, se encontró con la pincelada lechosa de la atmósfera hecha humedad y juntos montaron el espectáculo.
Los brazos invisibles desprendidos del círculo perfecto, descargaron fuego sobre los hombros extasiados.
El ardor subtropical de la puesta se abalanzó tan fuerte –como despedida- que las pieles se derritieron y en las cavidades viscerales casi apagadas, se encendieron las brasas de tal manera que el disco-dios ya dormido, continuó su juego en los destellos de tres almas.
(En obsequio a Lili y Vivi por nuestra lid constante frente a la vida. ¡Y por nuestras victorias!)
Los brazos invisibles desprendidos del círculo perfecto, descargaron fuego sobre los hombros extasiados.
El ardor subtropical de la puesta se abalanzó tan fuerte –como despedida- que las pieles se derritieron y en las cavidades viscerales casi apagadas, se encendieron las brasas de tal manera que el disco-dios ya dormido, continuó su juego en los destellos de tres almas.
(En obsequio a Lili y Vivi por nuestra lid constante frente a la vida. ¡Y por nuestras victorias!)