jueves, 15 de noviembre de 2007

Deudas

Negro y Blanco


Se hizo tarde…maldigo las horas que no encontró el mundo para amarte más de lo debido, más de la coherencia, más allá de lo posible.
Maldigo el desencuentro, el tenerte lejos, y sin embargo allí, a la vuelta.
Tardío amor que pudo levantarte de la cuna-cárcel que te guardó por años.
¿Dónde estábamos?
¿Dónde, hoy?
Sólo lluvia de sal en los contornos que dibujan una existencia fútil; una impotencia que nace del no-hacer y me revela inútil a la dignidad de los hombres olvidados, encerrados en cristales opacos, invisibles a los ojos-ventanas que jamás se abrieron.
Tarde…
Mi amor tardío ¿sirvió en nuestras manos mutuamente acariciadas? ¿Fueron tus perfectos dientes en la interminable sonrisa que me regalaste aquella tarde, tu entendimiento desde el alma?
En medio de este llanto que impera casi satánico sobre una pobreza infructuosa, desconsolada… sólo quisiera volver a tenerte y ofrendarme sin límites para reparar acaso las faltas repetidas de este mundo del que –aun buscando escapar- soy parte.

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