viernes, 2 de noviembre de 2007

Como una respuesta


Entregale la canasta con los frutos

coloridos, olorosos, rociados de frescura

que extrajiste de tu propio huerto

lavándolos del polvo en el agua del pozo

de tu patio, de tu tierra, de tu espacio.

Extendiéndole los brazos, entregásela;

y la hiel miserable que a veces lo domina

cobrará un masazo necesario, oportuno.

Quizás entonces se reencuentre

con las gotas cristalinas de otros jugos…

Y volverá a disfrutar de aquellas uvas.

No hay comentarios: