domingo, 27 de enero de 2008

La gestación

Hombre de río

El embrujo del relato isleño lejano me condujo poco a poco al reino de los dioses para ser ofrenda casi diaria, como un ser de arena al que las lenguas de la marejada moja en acto amatorio para dar el fruto siempre recién parido de la espuma amarillenta.
Entonces soy ser de agua, camino, remolineo, atravieso distancias, llego a la isla y logro regresar al monte, revolcarme en el regazo de la tierra que luego me abre su vientre para tocarle los pies al sauce y trepar por los nervios de su madera.

Entonces, cuando pases bajo la lluvia de mis brazos, multiplicados dedos suspendidos atraparán tu sombrero y un aguacero verde te peinará el cabello cano, tomará los pictogramas de tu historia y pintará más líneas en tu frente.
Serán renglones donde otra cultura dibujará nacientes escrituras -más allá de los tiempos- pero con idolatría intacta.

Hombre de río. Mi hombre de río…
Es tu inconsciente concesión hereditaria la bella aventura salvaje de mi poesía.

No hay comentarios: